Hay momentos en los que sentimos algo con intensidad, pero no logramos decirlo. Sabemos que algo se mueve adentro, que el cuerpo muestra señales y que la emoción busca un espacio. Sin embargo, expresar emociones no siempre es sencillo. A veces falta tiempo. A veces falta claridad. Y muchas veces falta una palabra que represente lo que está pasando.
Expresar emociones es más que un acto descriptivo: es un movimiento interno que abre espacio, ordena y da sentido. Cuando podemos poner en palabras lo que sentimos, la experiencia cambia. Dejamos de sostenerla en silencio y comenzamos a comprenderla desde otro lugar.
En el Coaching Ontológico, este gesto es parte esencial de cualquier proceso de transformación. La palabra abre camino. La emoción se vuelve más habitable. Y el cuerpo encuentra un modo distinto de estar en la situación.
Cuando expresar emociones abre claridad interna
Cada emoción tiene un mensaje. No para resolver algo de inmediato, sino para mostrar cómo estamos leyendo lo que nos ocurre. Expresar emociones permite que eso que está en movimiento tenga forma:
una frase, un tono, una intención.
A veces basta con decir:
“Me siento cansado.”
“Estoy entusiasmado.”
“Estoy inquieto.”
“Necesito un momento.”
Cuando la emoción recibe un nombre, aparece claridad. Esa claridad no obliga a tomar una decisión, pero sí habilita un modo más consciente de estar en lo que está pasando.
El cuerpo también expresa antes que las palabras
El cuerpo suele anticiparse al lenguaje. Respiración corta, tensión en la mandíbula, piernas inquietas, quietud excesiva o un nudo en el estómago. Esas sensaciones son información emocional.
Cuando atendemos esas señales y elegimos expresar emociones desde lo que el cuerpo muestra, recuperamos contacto con nosotros mismos.
Lo que no estaba dicho encuentra un canal.
La experiencia se organiza.
El mundo interno se acomoda un poco más.
Por qué a veces cuesta tanto expresar lo que sentimos
No es falta de voluntad. No es falta de herramientas. Tiene que ver con la profundidad de la experiencia emocional.
Expresar emociones implica detenerse, escuchar y permitir que aparezca lo que realmente está ahí.
No siempre sabemos cómo decirlo.
No siempre encontramos el momento.
Y no siempre queremos exponernos a mostrar algo que todavía estamos procesando.
Cada persona tiene su ritmo. Lo importante es poder reconocer ese momento en el que algo pide ser nombrado, aunque sea de manera inicial o imprecisa.
Expresar emociones transforma cómo vivimos la situación
Cuando le ponemos palabras a lo que sentimos, la escena cambia. La emoción deja de estar suelta en el cuerpo y encuentra un lugar.
Expresar emociones permite:
- entender desde dónde estamos mirando
- aliviar tensiones internas
- conversar de manera más auténtica
- elegir con más conciencia
- relacionarnos desde una presencia más abierta
- pedir lo que necesitamos con claridad
Ese simple gesto transforma la forma en que habitamos lo que nos sucede.
Un ejemplo cotidiano
Alguien llega a casa después de un día intenso.
Dice: “estoy bien, solo cansado”.
Sin embargo, el cuerpo muestra otra historia: tensión en los hombros, un tono bajo, pasos lentos.
Cuando aparece una pausa, puede poner en palabras lo que realmente está sintiendo:
“Me siento abrumado. Necesito unos minutos.”
“Estoy sensible. Me gustaría calma.”
“Estoy alegre. Quiero compartir esto.”
Expresar emociones con precisión transforma la escena. Aporta claridad, ordena lo que está pasando y abre una manera distinta de estar en ese momento. A veces, ese gesto simple es el inicio de un cambio profundo.
Cómo acompaña el Coaching Ontológico este proceso
En el Coaching Ontológico, expresar emociones se trabaja desde tres dimensiones que se integran:
- Lenguaje: cómo nombramos la experiencia.
- Emoción: el estado interno desde el cual interpretamos lo que ocurre.
- Corporalidad: la manera en que el cuerpo manifiesta esa emoción.
Cuando estas tres dimensiones dialogan, la comprensión aparece con más naturalidad.
Y desde ahí, la transformación comienza a tomar forma.
Expresar emociones no busca resolver de inmediato lo que pasa, sino iluminarlo.
Y esa luz es suficiente para comenzar a elegir con más libertad.
Un primer paso hacia una vida más consciente
Expresar emociones no es el final del camino. Es el comienzo.
Es el primer movimiento hacia una vida donde podemos escucharnos mejor, responder desde lo que necesitamos y habitar nuestras situaciones con mayor coherencia.
Cada vez que elegimos decir cómo estamos, nos acercamos a una versión más auténtica de nosotros mismos. Una versión que vive la experiencia con más presencia, más sensibilidad y más claridad.
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