El coaching de equipos parte de la premisa de que es el propio equipo el que debe ser consciente de sí mismo y encontrar las estrategias para conseguir sus objetivos. La misión fundamental del coach sistémico es el de estimular para que así sea.
Es importante como coach sistémico tener claro lo que Edgar H. Schein denominó la disyuntiva de ayudar: “una de las disyuntivas más comunes a que se enfrenta cualquier consultor consiste en cómo ayudar en una situación en la que existen dos alternativas: ofrecer un consejo experimentado, decir a otros lo que deben hacer, desempeñar el papel del experto, o bien ayudar a los “clientes” a encontrar una solución por sí mismos, facilitándoles el proceso, incluso si ello implica reservarse lo que el consultor consideraría una solución evidente”.
Esta disyuntiva requiere acción en dos ámbitos: en el del equipo cliente y en el del coach sistémico. El riesgo del coach sistémico es caer en el juicio, en lugar de ir con ojos de curiosidad, limitando así el proceso de trabajo del propio equipo. Pensando que se tiene “la solución”, “el consejo” apropiado, etc. nos ponemos en la posición de liderar las soluciones y actividades del equipo cuando es él quien debe hacerlo. Curiosamente cuando se trabaja con equipos con un alto nivel de madurez y se cae en la trampa de sugerir soluciones, se observa cómo el equipo busca diferentes estrategias para no atender a la información ofrecida o directamente la ignora. En este sentido, a mayor madurez del equipo más posibilidades existen que el equipo lidere su acción. Cuando un equipo sabe poco de comunicación, confianza, roles, etc. más fácil es que el coaching termine confundiéndose con formación o consultoría tradicional.
Desde el ámbito del equipo, la forma de evitar este riesgo es clarificar desde el principio en qué consiste esta metodología de trabajo, qué pueden esperar de nosotros y qué van a aportar ellos. Como hemos mencionado anteriormente venimos de una tradición “jefecéntrica” y el coaching sistémico supone un aprendizaje en sí mismo. En el coaching sistémico no van a encontrar “la receta” o un proceso rápido que impida que los cambios se vayan consolidando en la dinámica del equipo. No clarificar las expectativas respecto a lo que esta metodología ofrece y necesita puede llevarnos incluso a otro riesgo añadido que es el posible descrédito en el corto plazo de la persona que impulse la acción en la empresa.
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