Existe una nueva forma de mirar la prevención de riesgos psicosociales. Se trata de un enfoque, que no siendo rigurosamente nuevo porque ya ha sido tratado por otros autores, proporciona amplitud e integración a los intereses de las organizaciones, los directivos y los trabajadores desde una visión positiva. En definitiva, muestra el camino que otros han seguido o están siguiendo para integrarlo en los factores psicosociales.
Son distintos factores los que el panorama actual de la intervención en riesgos psicosociales está necesitando. Y de lo que está necesitando es de una herramienta de observación positiva, es decir, del coaching como espejo desde donde la realidad puede ser vista tal cual es, desde los claroscuros que configuran cualquier realidad del ser humano. El coaching se constituye en vehículo para transportar a las organizaciones y a las personas a una realidad óptima. A partir del “aquí y ahora” de la situación, sin pretender emitir juicios, simplemente describiéndola para pasar a ser lo que en potencia son.
La organización puede ver en un espejo nítido, que supone la mirada positiva e integradora, los rasgos que constituyen las limitaciones que le impiden seguir avanzando, pero también podrá ver aquellos elementos que son potenciadores del negocio, de la creación de equipos de alto rendimiento, de la importancia de los líderes organizacionales felices y de los trabajadores valorados como personas que trabajan para ser ellas mismas.
Es preciso saber que la organización, el directivo y el trabajador deben adentrarse en un territorio siempre desconcertante e incierto: “aprender a aprender y a desaprender” para ser sistemas organizacionales e individuales sanos. La salud de cada uno de estos sistemas, el equilibrio y la armonía de cada uno de ellos, es lo que constituye el reto para pensar, sentir y actuar generando emociones positivas o sinergias motivadoras.
Una organización competitiva, un directivo feliz y un trabajador aportando todo su potencial en su trabajo no es una ficción. Es posible. Y es posible porque pueden ser entrenados para transformar el trabajo en una actividad de flujo. Pero no basta con reconocer la situación en la que uno se encuentra, hace falta “querer cambiar” las creencias y hábitos que dificultan ser más efectivos y eficaces. En definitiva, asumir la responsabilidad para ser lo que se quiere ser y hacer lo que se quiere hacer.
Nuestro objetivo es mostrar la posibilidad de generar empresas saludables y trabajadores de alto rendimiento (directivos o no).
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