Hay momentos en los que sentimos que la vida avanza, pero no necesariamente en la dirección que imaginábamos.
A veces, no es que falte esfuerzo, intención o deseo. Lo que sucede es que estamos sosteniendo hábitos que se volvieron automáticos y que nos alejan, sin querer, de lo que realmente buscamos.
No hablamos solo de rutinas externas, sino de formas de pensar, interpretar y actuar que se repiten sin que las cuestionemos.
Son esos pequeños gestos cotidianos que parecen inofensivos, pero que, con el tiempo, moldean nuestra manera de estar en el mundo.
Hábitos que se vuelven invisibles
Un hábito automático no siempre se siente como una elección. Se siente como “así soy yo” o “esto siempre fue así”.
Algunos ejemplos cotidianos:
- Decir “sí” aunque por dentro querrías decir “no”.
- Responder sin escuchar, porque ya “sabés” cómo va a terminar la conversación.
- Sostener vínculos “para no generar conflicto”.
- Trabajar sin pausa, aun cuando el cuerpo pide descanso.
- Postergar lo importante porque lo urgente ocupa todo el espacio.
Son decisiones que parecen pequeñas, pero que crean modo de estar. Y cuando ese modo ya no acompaña quién sos hoy, aparece la incomodidad.
El cuerpo avisa antes que la mente
Algo muy valioso del coaching ontológico es que reconoce que la transformación no empieza en la cabeza, sino en el modo de habitar el cuerpo y la emoción. Antes de darte cuenta racionalmente, tu cuerpo ya sabe:
- Tensión en la mandíbula
- Resistencia a ciertas conversaciones
- Agotamiento sin explicación
- Respiración que se vuelve corta
- Una sensación de “algo no encaja”
No son fallas. Son señales. La incomodidad, a veces, es información.
De la repetición al darse cuenta
El primer paso no es “cambiar”. El primer paso es observarte. No desde el juicio. Sino desde la curiosidad.
- ¿Qué estoy repitiendo sin elegirlo?
- ¿De dónde viene esta forma de responder?
- ¿Qué estoy tratando de sostener?
- ¿Qué necesitaría para hacer algo distinto?
Cuando aparece la pregunta, aparece también el espacio para una respuesta diferente. Y ahí empieza la transformación personal. No como un cambio brusco, sino como un movimiento suave y consciente hacia la coherencia interna.
La importancia del acompañamiento
A veces, mirar lo propio puede resultar confuso o solitario.
Por eso, los procesos que involucran autoconocimiento y conversaciones acompañadas son tan valiosos.
Un Coach no te dice qué hacer. No dirige, no corrige, no indica un camino. Acompaña.
Sostiene la conversación para que puedas encontrarte con tu verdad. La que estaba ahí, incluso antes de ponerla en palabras.
Elegir diferente también es un hábito
Si empezás a observarte, algo se mueve:
- Lo que antes hacías en automático, ahora podés elegirlo.
- Lo que sostenías sin darte cuenta, ahora podés soltarlo.
- Lo que parecía fijo, se vuelve posibilidad.
Ese es el corazón del Coaching Ontológico:v la capacidad de volver a estar presente, para elegir con consciencia cómo querés vivir. No se trata de cambiar quién sos. Se trata de volver más cerca de vos.
¿Estás en ese momento de querer mirarte un poco más?
Tal vez este sea tu tiempo. No para resolver todo de una vez. Sino para empezar a escuchar lo que venís sosteniendo en silencio.
En el Centro Genesin acompañamos procesos formativos que transforman la manera de conversar, de sentir y de estar en el mundoConsultános para sumarte al grupo de nuestra Formación en Coaching Ontológico. Un espacio donde podés trabajar en vos, descubrir nuevas formas de comunicarte y fortalecer tu capacidad de liderar y liderarte. Inscribite haciendo click aquí ahora mismo. Tu futuro transformador está muy cerca!!!
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